Esta mañana en el bar La cacharrería de Sevilla me han servido este té chai con una especie añadida: Amor.
Me he hecho fan de este té que ultimamente pido siempre en el Starbucks Café ( un sitio ideal para repatingarse en sus sofás, leer, hacer ver que lees y sobretodo mirar por los ventanales).
Como hoy era día de mercadillo, el Starbucks no pegaba nada con mi ánimo, así que me he dirigido a este pequeño café que siempre está lleno y ahora estoy entendiendo porqué.
He esperado en la calle hasta que se liberara una mesa ( solo hay dos en la terraza) y para empezar es algo que no tengo costumbre de hacer, esperar...casi siempre voy con el turbo y lo normal sería un "a otra cosa mariposa", pero hoy me apetecía tomarme las cosas con calma, disfrutar a tope yendo a la búsqueda de cosas de baratillo para disfrazarme y creerme que seré capaz de contar un cuento como narradora oral. Ahora estoy en lo del cuentacuentos, y me está enganchando mucho.
La cuestión es que he pedido si tenían Té Chai y me ha dicho el muchacho que lo iba a preguntar.
Ha dicho que no, del de bolsita, pero que si quieres ella te lo hace mezclando las especias.
Ah! genial! he respondido yo.
Y este regalo para los ojos es lo que me han traído. Enseguida he pensado que esa muchacha le había puesto amor y presencia a ese té y de verdad que me ha llegado. Me he sentido muy agradecida y he pensado que si la ocasión lo permitía, le haría saber el efecto de su cariño en mi persona.
Sobra mencionar que no era conmigo solo, que era su forma de vivir, de trabajar, de volcar su amor a través de lo que hace. Ahora un té, ahora limpiar la plancha, ahora fregar el baño...en fin, tener un bar no es poca cosa.
Al entrar a pagar me ha preguntado si me había gustado el té y he aprovechado para devolverle de la mejor manera que se, el amor que me había regalado media hora antes.
Nada mas salir ha venido a mi memoria una situación similar que me sucedió este verano cuando fuimos a comer al buffet de un Hotel Todo incluido en el Puerto de Alcudia. Mi hija Magdalena tiene una costumbre y es que tiene que, con perdón, hacer caca en todos los baños de los restaurantes que visitamos y ese día no fue una excepción. Nos dirigimos al baño y como es habitual en los baños cercanos a las piscinas, no había forma de llegar a la taza del water sin tener que entregarnos a un chapoteo indeseado.
En medio de ese chaf chaf chaf nos encontramos cara a cara con una mujer de unos 60 años que con una sonrisa sincera nos deseaba unas buenas tardes que a mi me trastocaron hasta las lágrimas.
Pero pasó que en aquel momento yo misma no entendía porque lloraba e inmediatamente intenté justificarlo con el síndrome premestrual. Entre tanto, Magdalena que deseaba intimidad, me pedía esperarla detrás de la puerta.
Ese día llegué a la conclusión de que esas lágrimas que me brotaron sin mucho sentido fueron consecuencia de algo que le hablaba directamente a mi corazón, sin pasar por la mente, mas bien, se saltaba la mente y sus quejas por la interrupción del almuerzo y por el aguachirri que me mojaba los pies.
Maestra, maestra...una mujer que a su edad todavía necesita trabajar no puede tener una vida fácil, precisamente...y aun así! hace su trabajo con amor y saluda con cariño a todos los turistas que se están divirtiendo en sus vacaciones. En vez de estar resentida con la vida, vive su vida poniendo amor en lo que hace. De lo que no me cabe duda es que le llegue devuelto de alguna manera.
Como decía José Valdelomar, realizador de cine andaluz de la época de la República, participante de las misiones pedagógicas
Yo soy un río, cuya alegría es derramarse.
o
Matemáticas de Dios, quien mas da, mas tiene.
Es un honor encontrar estos ríos cuyo nombre no aparece en ningún mapa y que son los auténticos maestros espirituales. Yo creo que hay muchos pero casi siempre vamos tan rápido que no nos damos cuenta.
Quizás sería bueno que nos preguntáramos qué generamos en nuestras interacciones con las personas.
Voy a probar a salir de mi casa dejando a un lado las opiniones y juicios, a ver que pasa.
¿Qué pasa cuando me relaciono desde el no juicio? Quizás hable con esa mujer de la cual se mucho o se poco olvidando que es panadera, peluquera, madre, que un día dijo, que un día hizo, que un día no saludó o miró raro, que dicen por ahí...y la miro con una mirada nueva, limpia y le digo desde mi presencia: Hola, buenos días.
Y dejo volar esas tres palabras sinceras como el que escribe un mensaje, lo mete en una botella y lo lanza al mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario