martes, 27 de noviembre de 2018

Reflexión sobre la creencia "Si lo crees, lo creas"


Si analizo desde mi experiencia la idea que se propaga (¿quién la propaga y por qué?) sin apenas ser cuestionada: “Si lo crees, lo creas” no me queda más remedio que considerarla engañosa. De nuevo estamos frente a una creencia que pretende atribuirnos un gran poder sobre nuestra vida y los acontecimientos que nos suceden.
A veces, parece que tus deseos son manifestados, la vida te sonríe, y puedes llegar a creer que es tu estado interior el que ha permitido que se den algunos logros Pero…¿qué pasa cuando llegan los momentos de dolor, caos, incomprensión, enfermedad, conflictos? ¿También lo hemos creado con lo que creemos? Es admirable que pretendamos hacernos responsables de lo que nos pasa, para bien y para mal, pero observo que cuando llegan las etapas difíciles, es una creencia que confunde y genera más culpabilidad que ninguna otra. ¿Qué he hecho mal? ¿Qué es lo que no estoy viendo? Nos aboca a vivir desde una subjetividad que a la larga no nos sostiene. Creo que todo es mucho más complejo, y que no hay frases que puedan convertirse en recetas infalibles para obtener algo de seguridad en la aventura de vivir. Cuanto más poder pretendamos tener, más responsabilidad tendremos que asumir. Otra cosa es asumir la responsabilidad sobre lo que hacemos, lo que desde la voluntad elegimos o no elegimos hacer. Me parece más efectivo y sensato ejercer un control sobre nuestras acciones, intentando que se sustenten en los valores universales, que nunca pasarán de moda.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Los evangelios: fascinantes y actuales


Son absolutamente fascinantes (y actuales) los evangelios después de haber explorado y experimentado en mi vida la influencia de diferentes sistemas de creencias en los últimos quince años.
Me inspiran, aclaran (muchos momentos de “Ah, claro, por eso…”, acogen y hasta enganchan como jamás lo hubiera imaginado siendo como he sido una niña traviesa a la que se le transmitió la imagen de un Dios castigador orgulloso  de ese rol (Hasta cierto punto comprensible pues era una herramienta muy apañada y socialmente aceptada para ejercer control sobre los niños).
Todavía me asombro (y asombro no es duda) de que después de haber gastado tanto dinero en terapia para deshacerme de la imagen negativa de mi misma (en parte debido al uso indebido de los conceptos de infierno y demonio), ahora haya recuperado mi Fe cristiana y ello esté significando un verdadero descanso en mi alma.
Una anécdota significativa sucedió el día en el que quise comprar la Biblia y fui a la librería especializada en espiritualidad de mi barrio. La muchacha se puso colorada cuando me contestó que no la vendía pero que debería hacerlo, pues era la palabra de Dios. Un ser humano que, como tantos otros, al experimentar la necesidad de abrirse a su dimensión espiritual, no se replanteó darle una oportunidad a la religión con la que había sido criada. Es comprensible. Porque no sólo se ha dado el fenómeno del envenenamiento de Dios, como bien explica Anselm Grun en su libro, sino que en mi opinión es el mismo Dios que ha sido abusado.

Menos mal que tiene infinita paciencia, amor, y un plan. :)

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Reencarnación y normalización del sufrimiento (cuestionamiento)



Me da la sensación que la creencia de la reencarnación es tan bien aceptada porque nos permite convivir con el sufrimiento que nos rodea sin que la impotencia por no poder cambiarlo nos consuma. Sin embargo, existe la posibilidad de que nos adormezca a la larga y nos aleje de la verdadera empatía y la capacidad de dar consuelo o ser más activos externamente.
Si el sufrimiento lo hemos elegido para aprender o porque pagamos una falta de otra vida (según la reencarnación), asumimos y aceptamos dicho sufrimiento como algo normal, incluso valioso para aprender y crecer. 
Uno de los muchos detonantes para poner en cuestión mis creencias espirituales fue el hecho de no haberme detenido a consolar a una muchacha que lloraba completamente desmoronada en un escalón. A los cien metros tuve claro que algo no estaba bien en mis creencias si no había sentido el impulso de preguntarle si necesitaba algo. También recuerdo una experiencia en una clase de una disciplina oriental en la que una de las asistentes explicó al grupo su estado emocional que mostraba claramente una situación de depresión. Lloró y ninguna nos levantamos a darle un abrazo. En aquel momento lo vi en cierto modo normal, la escucha compasiva es algo que se enseña y tiene sentido, pero algo en mi interior me pedía dar consuelo de una manera más afectiva. 
Hubo un momento en el que se dio un choque interno entre lo que incorporaba de ciertas creencias “new age” y lo que me pedía mi sentido común. Te dicen que si estás en un proceso de búsqueda espiritual se entiende que vas a pasar por noches oscuras del alma y todo ello te va a llevar a alcanzar mayor presencia, comunión interna y entendimiento. Bueno, a mí no me ha llevado a ningún lugar mejor en mi interior. 
Por fuera seguramente sea la misma de siempre, pero por dentro la lucha ha terminado.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Análisis y comprensión (apuntes sobre la recuperación de mi Fe)



Cuando establecemos límites o prohibiciones a nuestros hijos lo hacemos basados en un conocimiento y experiencia que ellos, por su escasa edad, todavía no tienen.
¿Cómo acostumbran a recibir los niños estos límites?
Algunos de estos límites son aceptados de buen grado porque son fácilmente comprensibles, por ejemplo, no agredimos, no insultamos, nos hablamos con respeto, no mentimos, no robamos.
Hay otros límites que no son tan bien recibidos, y a menos que el adulto se haya ganado la confianza y el respeto del niño, despiertan resistencia, sensación de injusticia, y en muchos casos deseos de transgresión.
Algunos de estos límites son difíciles de explicar a los niños, por ejemplo, prohibir ciertos contenidos en las pantallas, advertencia sobre amistades o la prohibición de no hablar con extraños.
Si el niño pregunta sobre el porque de dichos límites nos encontramos en la tesitura de tener que explicarles que es peligroso, dicho lo cual, es posible que deseen obtener más información sobre dicho peligro. Dar explicaciones induce al miedo y veces, depende de la educación que hemos tenido, nos resistimos a hacerlo porque no queremos que conciban el mundo como un lugar hostil.  El miedo es una emoción humana que existe por una razón, y es precisamente esta: advertirnos de los peligros. A veces, sin embargo, hacemos todo lo contrario, advertir de muchos peligros con la esperanza de que que el miedo sea la armadura que los proteja. Es comprensible que tomemos estas posturas, aunque deberíamos poder encontrar un término medio.
Cuando los hijos son adultos los entregamos a la vida con la esperanza de que nuestras recomendaciones y nuestro ejemplo hayan sido lo suficientemente coherentes y en algo los hayan influenciado para que tengan una buena vida, sean buenas personas y no se vayan por el mal camino.
Veo un claro paralelismo entre la relación Padres-hijos y la relación Padre (Dios)- Hijo (hijo de Dios)
Leyendo los evangelios después de casi cuarenta años y habiendo vivido bastantes experiencias (algunas realmente complicadas), ahora no me cabe duda de que las recomendaciones y advertencias de Jesús configuran una clara y sencilla guía para la vida.
En mi opinión, si en algún punto sus conceptos nos obligan a tomar conciencia de ciertos peligros, despertando el miedo, no es con un afán de represión o imposición de prohibiciones caprichosas; es con una clara y amorosa intención de protegernos y advertirnos de los peligros.
Es lícito y comprensible que en nuestro proceso de maduración necesitemos y llevemos a cabo la empresa de establecer nuestras propias reglas y construyamos nuestra moral personal. Aprendemos casi siempre del error, y aunque a veces el precio es considerablemente alto, también esta manera de transitar la vida nos permite aprender a responsabilizarnos de nuestras elecciones y asumir las consecuencias.

Un padre, un niño y una vela prendida. El niño mira la llama que brilla. Le divierte y atrae. Quiere tocarla. El padre le advierte de que no lo haga, pues quema y le causaría dolor. El niño no le acaba de creer y persiste en su intento de tocarla, obligando al padre a tener que detener en repetidas ocasiones la mano del niño. Sin embargo, el niño sigue insistiendo, la llama lo tiene hipnotizado. El padre decide no volver a interferir en el deseo de experiencia del niño y permite que descubra por sí mismo las consecuencias. El niño toca la llama y se quema. Aúlla de dolor y grandes lágrimas empiezan a correr por su mejillas. El padre sonríe y lo abraza con ternura. No hacen falta palabras, el niño se arrepiente de su acción y comprende que quizás de ahora en adelante no deba dudar de todo lo que le dice el padre.

Jesús en los evangelios advertía claramente sobre la adivinación (astrología, tarot, cartas guía, registros Akashicos), el espiritismo (canalización), falsos profetas (promesas de ascensión, multidimensionalidad...)

Pienso que no era una advertencia para quitarnos el poder, sino para que a la larga dichas prácticas no nos lo quiten.

¿Somos conscientes de lo tremendamente sugestionables y vulnerables que somos? Cuando se habla de adicción nos solemos referir a drogas o alcohol ¿Y las adicciones a la nueva información, al qué nos depara el futuro, a la nueva técnica de sanación, a conocer las leyes del universo, activar incluso glándulas que no habíamos escuchado en toda nuestra vida para poner al universo bajo nuestros pies?

Ahondando en este proceso de cuestionamiento me pregunto ¿Cómo es posible que cientos de personas aseguren que son hablados por el mismísimo Jesucristo que les trasmite las "verdaderas enseñanzas",  les explica como fue su "verdadera"vida, escriban sobre ello en libros y entre todos ellos haya diferencias? Porque si Jesús advertía sobre estas prácticas, ¿Qué sentido tiene que ahora él se presente a dar nuevas enseñanzas a través de ellas?

Da que pensar. Porque la única manera de dar por buenas las nuevas "verdaderas" enseñanzas es afirmar que los evangelios son falsos. Pero da la casualidad que me gusta mucho más el Jesús de los evangelios y lo que despierta en mí.

Antes de poder poner en cuestión todo esto es conveniente desprogramar las creencias que nos trasmitieron sobre un Dios castigador al que injustamente utilizaron para meternos en vereda (recomiendo el libro de Anselm Grün "Hacer las paces con Dios")
Una vez empezada esta tarea, la idea de Dios padre puede ser un verdadero descanso para los buscadores, los que como yo, necesitamos a Dios.
Progresivamente se desinfla una de falsas ilusiones, falsas expectativas y falsa autosuficiencia, y deja espacio para que poco a poco fluya un diálogo interior con Dios padre, que sigue permitiendo que se abran los ojos (duele, no lo niego) y siga aflorando el arrepentimiento que libera. Pedirle perdón, al contrario de lo que hubiera pensado antes de desprogramar las viejas ideas del Dios castigador, da mucha paz, y surge como algo natural. Y al igual que el padre de la parábola del hijo pródigo, él se alegra y nos recibe con infinito amor.


Nunca es tarde, y la dicha es buena.


jueves, 8 de noviembre de 2018

Inocencia, inconsciencia y falta de discernimiento en el supermercado “espiritual” (experiencia personal)


Me pregunto hasta qué punto (y sobretodo ¿cómo llegué a ello?) estaba secuestrada mi razón y mi corazón cuando no he sido capaz de cuestionar ciertas creencias durante tanto tiempo. Si creía en la reencarnación, en mi poder para crear mi realidad, cumplir todos mis sueños, desprogramar la creencia de escasez, participar en la creación de una nueva era de seres humanos realizados (y ascendidos)…suma y sigue…no se me ocurrió jamás decirle a una persona sumida en la indigencia material o emocional: Mira, esta vida tú la programaste así (quien sabe porque) o, tú te estás creando este sufrimiento, o,  tranquilo que puedes desprogramar esta creencia y tu vida cambiará según lo que tú diseñes.
Hoy creo que porque en el fondo de mi corazón y de mi razón no me llegaba a cuadrar, (porque son medias verdades) y ahora me doy cuenta de que ciertas creencias te pueden llegar a insensibilizar ante la verdadera realidad de este mundo y el dolor que lo está arrasando. Algunas de estas creencias entretienen de lo lindo a nuestro ego, y tengo la sensación que se nos deja (y dejará) jugar a este juego “hasta cierto punto”. 
Dios siempre anda lanzando semillas.

Pongo un ejemplo personal que hasta ahora no había interpretado correctamente para ilustrar esto.
Durante los cuarenta días de la campaña de crowdfunding para editar mi poemario infantil Travieso (con seso) pasé por momentos en los que creía que no lo iba a lograr. Aunque afortunadamente tuve mucho apoyo, sobretodo de conocidos y personas que me apreciaban, llegó un momento en el que no avanzaba. No me acuerdo si faltaban 400 o 500 euros y decidí hacer un ejercicio de visualización para atraer dinero, uno de los miles que inundan Youtube junto con otras meditaciones (para múltiples fines) de dudoso origen y en mi opinión (por experiencia) peligrosas. La cuestión es que al día siguiente un donante anónimo había hecho una aportación de 200 euros. ¡wow! La visualización (¿Hechizo?) había funcionado. La alegría me duró poco porque al día siguiente me mandaron un mail de la organización de Verkami retirándome dicha cantidad porque había sido realizada por un troll informático. ¡buf! Fue una desilusión importante ¿Qué había hecho mal?. En aquel momento no cuestioné mi acción, lo acepté y punto, continuando con  otras acciones de promocionarlo en Facebook (costaban un poco más de esfuerzo, claro). Al cabo de pocos días llegaron 200 euros de nuevo. Un primo mío (Pedro Company) le había hablado de mi proyecto a un amigo y éste hizo la donación. En aquel momento no lo entendí; ahora veo claro que era un semilla lanzada en una roca (yo). Cuando te has pasado media vida renegando de tus orígenes y auto desertando de tu familia, que un primo tenga este gesto, no es el resultado de una visualización, es un recordatorio de que tu familia te quiere, aunque tu corazón siga algo cerrado.

Dicho esto me sigo preguntando cosas: ¿por qué se realizan congresos multitudinarios (y carísimos) de espiritualidad como Being One y paralelamente no se llevan estos conocimientos, que teóricamente cambian la vida, a quienes más lo necesitan, a un campo de refugiados, a una Asociación que ayuda a excluidos, por ejemplo? No digo que los gurús no se sigan ganando la vida con todo ello, pero si somos tan elevados espiritualmente cuando estamos metidos en estos tinglados, ¿porque no enseñamos estas técnicas sin costo a los millones de personas que más lo necesitan? De nuevo, no creo que porque no tengamos buenas intenciones, de hecho, creo que hay un genuino deseo, incluso necesidad, de ayudar al Planeta, pero me da la sensación de que en el fondo de nuestra corazón y nuestra razón secuestrada sabemos que no es moral crear dicha expectativa.

CONCLUSIONES
*La verdadera conciencia nunca se apaga, pero las seducciones, encubiertas de bondad y grandes misiones, fácilmente nos engañan. Somos responsables de ello, eso sí.
*No es oro todo lo que reluce. Líderes y lideresas con carisma a gogo y una forma de dar la información que crea adicción. Nuestra debilidad: indigencia emocional, necesidad de encontrar el amor perfecto, comprender qué debemos hacer y hacia donde debemos dirigirnos, dificultad para manejarnos en la incertidumbre, sed de conocimiento y algo de magia (el panorama mundial es triste, enfrentar la realidad duele)
*La magia efectivamente existe, pero nadie tiene ni idea de a qué precio a medio o largo plazo. Estas prácticas son de este tiempo.
*Dios es amoroso y paciente y lanza semillas continuamente (Parábola del sembrador)
*discernir, discernir, discernir, nos urge aprender a discernir.


Para acabar hago referencia al cartel que es la imagen de este post (es real y actual) Me pregunto qué le contestaría a mi hija casi preadolescente si un día llega del colegio y me dice: Mamá, no hace falta que vaya más al colegio porque voy a despertar mi genio y el Universo hará todo lo que le digo. ¡Glups!

Somos humanos y es perfectamente comprensible que necesitemos creer que es posible todo lo que se promueve en el supermercado “espiritual”, queremos algo de paz (interior y exterior) pero a lo mejor esa paz que anhelamos no es del todo alcanzable por estas vías. Siempre existe la posibilidad de escanearse uno mismo y ver cuanta paz sostenida experimenta,  o si gana la insatisfacción y perdura el malestar ahora con el origen en las nuevas expectativas que algunas de estas prácticas generan.

Escribo estas líneas con algo de vergüenza y arrepentimiento, sin embargo, el alivio que siento es muchísimo mayor, y siento que no sería correcto no compartirlo para que quien lo lea pueda tener información sobre la cual discernir y comparar con su propia experiencia en su momento presente. 

Mi camino no es tu camino, pero si algo de lo que he aprendido puede servirte, me alegraré mucho.


sábado, 3 de noviembre de 2018

Reflexión sobre las trampas de la Nueva espiritualidad



Se extiende dentro de la oferta de experiencia "espiritual" la idea (propaganda) de que podemos “crear nuestra vida”, “diseñar nuestra realidad”, “cumplir todos nuestros sueños”, debido a que en realidad, no lo sabíamos, somos pequeños dioses con dichas capacidades (y muchas otras)
Si aplico mi discernimiento y agudizo el oído me parece estar escuchando viejos cantos de sirena que podrían estar activando con fuerza la necesidad de poder del ser humano. Antes me sonaba coherente debido a mi inocencia (que para escribir cuentos infantiles es muy útil) y a mi orgullo, que se activaba sutilmente. Pero es muy fácil que las experiencias espirituales degeneren lentamente cuando éste segundo, poco a poco, toma el control.
Mi sentido común me dice que si existe un Dios, experimentarlo y asumirlo en mi vida, debería despertar en mí valores como la humildad, por ejemplo. Y que se nos cuente como espiritual que podemos influenciar la realidad, despertar poderes psíquicos e incluso canalizar a seres espirituales/guías como lo más natural (y conveniente) del mundo, me despierta mucha resistencia y me pide prudencia.
En casa de mi abuela en el pueblo, cuando hablábamos de con quién habíamos estado se nos preguntaba ¿D´on li diuen? que quería decir ¿a qué familia pertenece? e inmediatamente, con el apellido o el “malnom”, se sabía con certeza a que saga pertenecía, si tenían buena fama, o todo lo contrario.
¿Qué pasa con lo que hay en el otro lado del velo? yo no lo sé, y hoy por hoy no quiero saberlo, sinceramente, porque si lo que es arriba es abajo, puede haber de todo, y nosotros, nos guste o no, somos tremendamente vulnerables e inocentes ante lo Desconocido. El miedo es una emoción humana que nos advierte de un posible peligro, y parece que en este momento de la historia hemos metido a todos los miedos en el saco de: algo que superar. Bueno, pues a lo mejor no todos, no al menos los que nos piden prudencia.
Es humana la necesidad de saber y presiento que en el aceptar el hermoso misterio que es la vida y en renunciar a saberlo todo, también se puede encontrar una gran paz.
La buena noticia es que podemos utilizar esta necesidad de poder para ejercerlo sobre nuestro proceso de maduración e integración psicológica. Esta experiencia, si se hace con seriedad, no proporciona estados de éxtasis, exige voluntad y esfuerzo, asumir responsabilidades, estar dispuesto a corregir actitudes, trabajar con las adicciones, reconocernos y amarnos en nuestras virtudes y defectos, ponernos en paz interiormente y con los demás, protegernos de dudosas influencias, e incluso proteger en ocasiones a lo demás de nosotros mismos...No se promete la iluminación, pero es que, sinceramente, ¿Para qué la quiero?
Me recuerdo tremendamente feliz de pequeña sintiéndome hija de un Dios creador, y llamándole Padre en mis pequeñas oraciones. Y ya de mayor, me he recriminado y burlado de mí misma al sorprenderme haciéndolo de nuevo con total naturalidad y alegría. Me decía: Venga mujer, que esta idea de Dios está pasada de moda ¡madura!
Quizás investigar sobre los inicios de mi experiencia de Dios pueda darme algunas respuestas al por qué la oferta del supermercado espiritual ha dejado de interesarme.
En cualquier caso, estas reflexiones son en base a mis experiencias personales de quince años en este ámbito, a la autoobservación de mis pensamientos y emociones y a la observación exterior. Cada uno tiene derecho y es responsable de buscar y vivir según su propia verdad.


Me gusta desdecirme, me da credibilidad (conmigo misma)