viernes, 6 de noviembre de 2015

Ideal de amor




Cuando alguien nos ama es como si nos abriera de par en par las puertas de su casa. 
La casa que su cuerpo, mente, corazón y espíritu habitan. 

Si la persona se siente correspondida lo más probable es que haga todo lo posible para que nos sintamos “como en casa”. 

Pero no es nuestra casa. No podemos ni debemos olvidarlo. 

Quizás nos entusiasmemos al descubrir en su librería lecturas que no conocíamos y es posible que nos deje escuchar música muy diferente a la que solemos escuchar. Esto suele ser muy excitante. 

Esta persona no nos guiará en un recorrido habitación por habitación. Si confía en nosotros nos dejará que campemos a nuestras anchas por su casa. Quizás encontremos una habitación cerrada con llave. No se debe a que es una especie de “Barba azul” o una “Viuda negra”. Es aquí donde tenemos la obligación de mostrar un profundo respeto ante esa puerta cerrada. Quizás con el tiempo nos la muestre...o no. 

En su jardín florecen plantas diferentes a las nuestras y por un momento nos dan ganas de robárselas. Si se sigue sintiendo en confianza, es probable que nos regale un esqueje y tengamos la oportunidad, algún día, de disfrutarlas en nuestra propia casa. 

En una de las habitaciones descubrimos una humedad y nos vemos en la obligación de decírselo para que no vaya a mayores. 

Nos damos cuenta de que esa sensación tan agradable que vamos sintiendo es debida a que la luz de su casa nos recuerda a la luz de la nuestra y que el olor de su cocina nos transporta a la infancia. 

Sabemos que la única manera para que no nos convirtamos en incómodos okupas es que nuestra propia casa nos guste tanto o más que la de esta persona. 

Descubrimos con alivio que se alegra cuando decidimos volver a nuestro hogar. Le podemos pedir un libro prestado o dejarle un mensaje escrito en el espejo de su baño. 

Vamos pensando en devolverle la invitación y respiramos aliviados al recordar que de un tiempo a esta parte tenemos nuestra casa casi siempre limpia y ordenada. Y también tenemos una habitación cerrada.