domingo, 20 de febrero de 2022

LAS PRÁCTICAS NEOPAGANAS, LOS ÁNGELES CAÍDOS Y JONAS HANWAY

Los baños de sol se empezaron a poner de moda en los años 20 cuando Coco Chanel apareció en las revistas saliendo de un yate con el rostro bronceado. Fue una casualidad, se había quemado sin querer, pero a sus fans les encantó su nuevo look y desde ese preciso momento dejaron de estar de moda los rostros pálidos. Por aquel entonces se desconocían los peligros de la exposición al sol. Alrededor de los años 80 (¡60 años más tarde!) aparecieron los resultados de los primeros estudios que relacionaban la exposición al sol y el cáncer de piel. Sin embargo, mucha gente continuó tomando el sol en las horas desaconsejadas y utilizando las cremas activadoras de bronceado sin protección alguna. Una negligencia, a mi modo de ver. Aprecio cierto paralelismo con las prácticas de la Nueva Era: Reiki, sanación energética, apertura tercer ojo, energía Kundalini, Canalización (espiritismo), activación de la glándula pineal, rituales magia blanca, astrología, numerología, tarot, constelaciones familiares, chamanismo…es interminable. Nos ofrecen una proporción perfecta de verdad/mentira y por ello aparentan ser inocuas, incluso compatibles con la fe cristiana. Al principio, para que las asumamos como buenas prácticas nos aportan beneficios muy evidentes, pero al cabo de los años, o incluso antes, si continuamospor ese camino y si somos sinceros con nosotros mismos, podremos seguramente comprobar que hemos entrado en un ciclo sin fin de sanaciones, talleres, retiros y exóticas disciplinas que nos han alienado en cierto modo de la realidad y es posible que nos hayan dejado en una especie de estado de ensimismamiento egoico. En Deuteronomio 18:10, entre otros pasajes de la Biblia, se nos advierte claramente de las prácticas que están detrás de esta pseudoespiritualidad actual. Dios las prohíbe claramente. Cuando desobedecemos, en la actualidad más por ignorancia que por rebeldía, abrimos la puerta a los ángeles caídos y quedamos inevitablemente influenciados, sin ser conscientes, por estas entidades que en la jerga de la Nueva Era son identificadas como parásitos interdimensionales. Es muy probable que en un futuro no lejano (rezo a Dios que sea a corto plazo) suceda algo parecido como cuando descubrimos, por las consecuencias, de que el sol era nocivo, y lo resolvimos fabricando cremas solares con factor de protección. Si tenemos la suerte (porque Dios, un amigo o una lectura siembra dudas en nuestros corazones) de tomar conciencia de la influencia negativa de estas prácticas, no nos quedará más remedio que cerrar todas aquellas puertas por las que invitamos ingenuamente a los enemigos del amor. La buena noticia es que Dios nos está esperando siempre (Lucas 15:18-19) y que no necesitaremos fabricar ninguna crema para volver bajo su ala protectora; lo único que nos pide es que nos arrepintamos de corazón, que abandonemos todas las prácticas y que iniciemos una relación de amor personal con Él a través de Jesucristo y su Iglesia. ¡Ah! También paciencia, para dejar que poco a poco el espíritu santo nos vaya purificando y guiando. Para que en nuestro corazón se de el verdaderoarrepentimiento, tendremos que estar dispuestos a que nuestro ego reciba una sana lección de humildad. Difícil, aunque para Dios no hay nada imposible, y detrás de un ego súper estimulado por estas creencias, siempre hay un ser humano que anhela reconectar. Así pues, como le escuché decir al padre Fortea, el mal, podemos saber que es mal, por sus consecuencias. Jonas Hanway vivió en el SXVIII y fue la persona que introdujo en Europa el paraguas dándole un uso de protector para la lluvia (hasta ese momento se había utilizado únicamente para protegernos del sol). Durante largos años tuvo que soportar las burlas de la gente y el maltrato de los taxistas los cuales temían que aquel artilugio les fuera a quitar clientes. Parece ser que sus contemporáneos no podían ver lo obvio. Es admirable que a pesar de las burlas este valiente inglés siguiera llevando su paraguas por las calles de Londres. Nadie puede negar que a pesar de este difícil inicio, el paraguas se acabó convirtiendo en un bien material imprescindible para los seres humanos de este planeta. Es posible que a los cristianos nos pase lo mismo que a Jonas Hanway y que no nos quede más remedio que soportar el rechazo y la crítica durante un tiempo si nos atrevemos a advertir de que estas prácticas implicandesobediencia y alejamiento del abrigo protector de Dios. Cuando el plan de Dios se restablezca, y sólo él sabe cuando sucederá, no nos quedará ninguna duda de que Dios y sus leyes nos son imprescindibles para que nuestra especie no degenere y conservemos nuestro precioso planeta.