lunes, 26 de agosto de 2013

Ikea, la escobilla, el juicio y la gratitud




Lugar:  Ikea 

Sección:  Baños

Día:  Sábado de verano andaluz

Escena 1

Una mujer sentada en un banquito mientras su hija se entretiene en la pantalla táctil.

Descansa y observa.

Y en ese observar consciente, deseando sobre todas las cosas no juzgar piensa:

“Pareciera que las personas salen de sus casas para ocultarse de si mismas y desoír las voces interiores que les gritan: No lo permitas mas!, este matrimonio ya no tiene sentido!, ese trabajo no te hace feliz!,  , A veces hay que decir No!, Acepta!, Vive!...

Jugando al escondite se esconden en comercios buscando embellecer el exterior con todo tipo de artículos sin saber que no van a cumplir la función que en realidad anhelan, que es solucionar el malestar interior”

Toda esta reflexión ella la consideraba muy acertada y en verdad lo era, salvo por un detalle.

Pronto ese detalle le sería desvelado.

Escena 2

La mujer se levanta de repente atraída por una escobilla de baño blanca y roja, recordando que la del baño de la planta baja de su casa era muy fea ( también roja)

En cuanto sostiene la escobilla en su manos un flash de consciencia la deja KO.

Vuelve a su asiento y medita tratando de poner palabras al mensaje de la escobilla.

Un poco avergonzada se da cuenta de que el error en la reflexión era no haberse incluido en esa marea de personas jugando al escondite. En un instante de despiste de su presencia, su ego insatisfecho la había movilizado hasta la escobilla con un “te hace falta..” sustituto de otros “te hace falta”. 

Pensando de no ser esclava de este mal, estaba sin duda cayendo en un grave error, el que trataba de evitar: Juzgar.

La escobilla la “pilló” y haciendo honor a su función primaria se había encargado de recordarle que debía mirar su “mierda” en vez de la de los demás. 

Así, ella se dio cuenta de que también, a veces compra para dulcificar sus sinsabores.

ACLARACIÓN 

Ella soy yo.


Parece ser (lo estudié en un módulo de resolución de conflictos) que el ser humano tiende a proyectar en el otro lo que no reconoce en sí mismo. No lo reconoce porque eso desmontaría su auto-imagen, pero como necesita sacarlo de alguna manera, pues lo proyecta en los demás ( en mayor o menor medida)

Ahora, no vale descartar esta herramienta porque significaría que si juzgamos a un asesino significa que nosotros también lo somos. Si lo descartamos como herramienta de autoconocimiento probablemente no sea por esta razón sino porque a nuestro ego no le interesa que la usemos y ya ha dictaminado en su contra. Apelemos a nuestro corazón, ese que si se interesa por nuestra evolución y que por eso nos presenta espejos ( personas ) en los que pulirnos.

Da un poco de vergüenza reconocer algo así pero es un tipo reconocimiento que nos puede transformar y darnos muchas pistas de qué pie cojeamos.

Una pomada imprescindible para contrarrestar esa vergüenza cuando nos “pillamos” es el Amor a nosotros mismos y la aceptación de que eso también somos nosotros. A partir de ahí, ya cada uno decide que hacer con esa información. Yo suelo auto-observarme pero si en el momento de desenmascararme he sabido aceptarme y quererme, la alquimia que se crea ayuda a un proceso de integración de esa sombra. Poco a poco, con paciencia...podemos trascenderlo.


Gracias Escobilla por subirle el volumen a la voz interior de la cual me escondía yo.



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