domingo, 6 de mayo de 2018

De cómo vamos construyendo nuestro pensamiento las mujeres (María José Lera)



Fotografía: Hanna Arendt
Extracto libro "El fútbol y las casitas" ¿Por que los niños y las niñas son como son?
¿En qué estadio me encuentro?
1. La construcción personal femenina
Uno de los trabajos más representativos de esta nueva línea sobre el estudio de las mujeres es el realizado por Belenky y sus compañeras, quienes a su vez habían trabajado previamente con Carol Gilligan (Belenky, Clinchy, Goldberger, & Tarule, 1997). Para realizar este trabajo entrevistaron a 135 mujeres de diferente clase social sobre cómo pensaban, cómo construían su pensamiento y cómo aprendían. Obtuvieron una tipología o clasificación de los tipos de mujeres, que a su vez, muestra una secuencia evolutiva aunque no todas consiguen llegar al último estadio: (1) silencio, (2) receptoras de conocimiento, (3) conocimiento subjetivo, (4) conocimiento procesual y (5) conocimiento construido. Los describiremos seguidamente, pues son interesantes de conocer.
(1) Mujeres en silencio: pertenecen a esta categoría aquellas mujeres que no tienen voz, consideran que son los otros, las autoridades quienes saben, quienes tienen la verdad. Solamente tres mujeres estaban en este nivel, sin embargo otras reconocieron que era un estado que habían vivido pero que habían superado. Estas mujeres eran las más jóvenes y las más deprivadas social, económica y educativamente. No tienen conciencia de sus capacidades, se consideran que no tienen nada que decir, no entienden lo que otros dicen, por lo que se limitan a obedecer, a ser pasivas, dependientes y sumisas. Entienden que esta es la situación de la mujer en general, lo que les ayuda a entender su dependencia y sumisión.
(2) Receptoras de conocimiento: esta categoría supone una evolución de la anterior; las mujeres se dan cuenta de su capacidad de aprendizaje y se convierten en aprendices a partir de escuchar a otros; es decir, aprenden constantemente, se convierten en almacenes de información. Por ejemplo, una chica madre soltera comienza con infinitas dudas e incertidumbres sobre los cuidados del bebé, pero descubre su capacidad de aprender y se convierte en una receptora perfecta (atiende las indicaciones que se le dan, acumula libros y revistas, retiene la información, y aprende a través de la escucha). Hay una atención especial a las autoridades, asumiendo que son quiénes determinan lo que está bien o lo que está mal. En cuanto a la concepción que tienen de sí mismas se atribuyen prioritariamente el rol de cuidar y atender a los demás, de ser agradable y amable y dando mucha importancia a lo que se piensa de ellas.
(3) Conocimiento subjetivo. Esta categoría describe cómo son las mujeres que en su desarrollo comienzan a reconocer que tienen una voz interior, una intuición, algo que les dice lo que deben o no deben hacer, lo que es correcto o lo que no. Es una confianza personal, privada y de conocimiento subjetivo o intuición. Este estado es percibido como una evolución, como un desarrollo de etapas anteriores en las que su opinión simplemente no existía (silencio), o reinaba un conformismo a las autoridades (receptoras de conocimiento); en esta nueva etapa son conscientes de algo interno en ellas, tienen algo personal que no sólo les ayuda a entender la realidad, sino que se convierte en motor y en guía de sus vidas.
Casi la mitad de las 135 mujeres se incluyeron en esta categoría, pero no tenían en común la edad (muchas de ellas llegaron a esta etapa a los 50 años, mientras que otras lo hicieron a los 30), ni el ambiente sociocultural, ni educativo, ni económico ni étnico. Solamente había una cosa que sí compartían: haber tenido una experiencia reciente de cambios personales en sus vidas, externa al ámbito académico o escolar. Estas mujeres reconocían el haber perdido el tiempo buscando una autoridad masculina, -como un padre, un novio o un marido-, a quien apegarse para conseguir una guía, una autoridad externa que les dirigiese su vida, que les dijera lo que estaba bien y lo que no. Cuando llegan a esta etapa reconocen que no necesitan de esa figura, que son ellas mismas las que tienen la suficiente capacidad y voz interior, seguridad, confianza e intuición para saber que es lo que más les conviene, y comienzan a organizar sus vidas en base a sus propias decisiones.
En esta etapa las mujeres se dan cuenta que la “experiencia de primera mano”, es decir sus propias experiencias son una importante fuente de conocimientos. Ya no necesitan escuchar tanto, ni leer, sino sacar partido a las experiencias que han tenido; es decir, comienzan a ser conscientes de todo el almacén de experiencias que han ido acumulando en sus vidas, y se dan cuenta de sus enormes capacidades para atender a los otros, de organizar una casa o resolver problemas económicos, de mediar en conflictos personales, de escuchar y tranquilizar, de educar y atender a niños, y etc. Comienzan a darse cuenta que tienen experiencias muy valiosas, y que pueden basarse en ellas para tomar decisiones. Estas mujeres son más independientes, seguras y por supuesto su autoconcepto comienza a cambiar enormemente.
La mitad de estas mujeres, iniciaron cambios importantes en sus vidas, como divorcios, dejar o asumir nuevas responsabilidades, empezar nuevos estudios, cambios de compañeros, etc. El descubrimiento que hacen de sí mismas les motiva tanto que comienzan a hacer mucha introspección y análisis de sus experiencias pasadas, principalmente de sus experiencias con los demás, y esta pasa a ser la más importante fuente de conocimiento. Tienen una imperiosa necesidad de conocerse a sí mismas, de saber quiénes son, qué quieren y adonde van, y por supuesto comienzan a realizar viejos deseos que nunca habían sido escuchados. Sin embargo, siguen escuchando a los otros, pero no desde una perspectiva conformista, sino activa y crítica, comparativa con lo que ellas sienten y piensan al respecto, para finalmente tomar decisiones. Comienzan a hablar, a decir lo que piensan en igualdad de condiciones, comienzan a considerarse individuos con los mismos derechos, deseos y posibilidades de vivir que el resto de los humanos, que hasta este momento se habían limitado a oír y obedecer. Para estas mujeres es muy importante encontrar otras personas que estén en este mismo nivel, pues si esto no ocurre pueden tener el sentimiento de soledad, de ser demasiado distintas e incomprendidas y desde luego una vez en este nivel no pueden volver atrás y ser conformistas y convencionales.
(4) Conocimiento procesual. Esta etapa surge cuando la posición subjetivista femenina se ve retada por autoridades que invalidan sus posiciones; la imposibilidad de aceptar y conformarse actúa como una necesidad de argumentar mejor sus puntos de vista, lo que consecuentemente es una ayuda para comunicarse con los demás, para explicar mejor el porqué de determinadas decisiones, para compartir puntos de vista, y en definitiva para desarrollar habilidades sociales necesarias para vivir en una sociedad plural. En esta fase las mujeres intentan mejorar sus habilidades de comunicación para entender mejor a los otros y explicar mejor el porqué de sus decisiones, están preocupadas en descubrir cómo compartir el proceso de aprender, y esto les lleva a mejorar enormemente sus habilidades de comunicación verbal.
Este proceso de comunicación puede hacerse desde el conocimiento separado o el conocimiento conectado, o por ambas, dependiendo de la situación. El conocimiento separado significa que la persona intenta ponerse en el lugar del otro pero de manera “objetiva”, para usar este conocimiento y transmitir lo que quiere pero de manera que sea entendido desde otra perspectiva. Por ejemplo, el caso de la alumna que responde en un examen de manera que sea entendido; es decir, si expresa directamente su punto de vista sabe que no será aprobada, si cuenta lo que se espera (el contenido del tema) aprobará pero se sentirá impersonal y vacía, pues no ha expresado lo que realmente quería. Luego la solución está en una vez que se ha expuesto el punto de vista del profesorado, introduce además su particular perspectiva de manera que el docente entienda lo que realmente piensa al respecto.
El conocimiento conectado requiere grandes dosis de empatía pues implica no solamente comprender el punto de vista de los demás, sino adicionalmente compartir y comprender la experiencia que ha provocado la formación de esa idea. Es decir, necesitan conocer lo qué se piensa y porqué se piensa. Este porqué implica revivir las experiencias que la otra persona ha tenido y que le ha llevado a generar ese tipo de pensamiento. En este tipo de conversaciones hay unos sentimientos compartidos; pero, para situarse totalmente en el punto de vista emocional y experiencial de la otra persona, es necesario proporcionar experiencias “de segunda mano”; es decir, revivir situaciones que la otra persona ha experienciado para terminar sintiéndolas y aprendiendo de ellas. Parece que los hombres tienen más problemas para involucrarse en este tipo de conversaciones, por considerarlas tan íntimas que las perciben como intimidadoras (bonito juego de palabras).
(5) Constructivistas. Finalmente en esta última etapa la mujer aprende que para tener una voz auténtica y única debe saltar fuera, fuera de las formas y los sistemas establecidos; intentan integrar toda su voz interior con todo lo que aprenden realmente de fuera, conectando conocimiento y emociones, conocimiento objetivo y subjetivo. Sólo cuatro mujeres llegaron a este nivel y la experiencia compartida que habían vivido había sido un intenso período de auto-reflexión y auto-análisis, sintiendo la evolución y psicológica y teniendo experiencias muy diferentes a las habituales (cambiando de zona geográfica o de país). Experimentaron un intenso proceso de conocimiento personal y proyección futura. Finalmente aparece un intenso deseo por conocer, personas, información, etc. pero este conocer no era pasivo; se fundamentaba en la necesidad de vivirlo e integrarlo en su nuevo mundo. Aparecen más “charlas reales”, donde no predomina ni el hablar ni el escuchar, sino el tener una comunicación compartida. Estas mujeres están preocupadas por su propio desarrollo moral, y esta sensibilidad les llevan a tomar una serie de compromisos y acciones sociales, y sienten la necesidad de llevar esta nueva perspectiva de vida hacia su trabajo y sus relaciones sociales.



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