lunes, 23 de diciembre de 2013

La tierra recibió todo su dolor ( voy a quitar lo de humor del título del blog :) )


La casa se le caía encima y decidió ir a buscar leña a aquel campo en el que habían sido destruidos cientos de olivos el año pasado. Al arar la tierra, las bases de los troncos y las raíces habían quedado en la superficie. 
Dejó las ventanas del coche bajadas y la música puesta para evitar escuchar los pensamientos que la rondaban como las moscas a la mierda. Al menos, había evitado fumar el veinteavo cigarrillo después de casi 5 años limpia. Llenó primero una bolsa y luego decidió recoger algunos troncos mas grandes que descubrió alejándose de la carretera camino al río. Viendo esos maderos tan duros  y viéndose ella tan vulnerable ya no pudo reprimir su rabia. Minutos antes había conjurado vaciarse de él, alejando su recuerdo de los labios, la piel, la vagina, la mente, el corazón y el alma. Pero no imaginaba que la válvula de escape sería la rabia. 
Cogió un madero y colocó otro en el suelo en posición horizontal y golpeó, gritó, maldijo y lloró hasta que la baba mezclada con sus mocos y sus lagrimas mojaron la tierra y por un instante tomó conciencia de que su dolor era también el de sus antepasadas, como el de aquella tatarabuela que perdió a su esposo cuando se fue a buscar fortuna a Buenos Aires y ya nunca regresó. Tomo conciencia también de que la experiencia recientemente vivida le había dado la oportunidad de reconocer ese dolor infantil para trascenderlo, no a través de la mente que todo lo puede llegar a comprender, sino a través del cuerpo que era el que estaba reteniéndolo entre sus múltiples corazas. Y ese cuerpo ya no hablaba, su cuerpo gritaba a través de la enfermedad. 
Cuando se tranquilizó se dirigió hacia al coche que en un acto de solidaridad con ella, se había vaciado también. Sin batería.
Lo gracioso de la situación que hasta el momento no había tenido nada de graciosa, era que había salido de casa en pijama y con lonas de verano y tuvo que caminar por la carretera hasta el pueblo para poder llamar por teléfono y pedir ayuda. 
Su compañera de alegrías y penas de esta etapa de la vida acudió rápido a hacerle un biberón a su coche y de paso, otro para ella que de algún modo, tras la catarsis, había vuelto a nacer ( o eso esperaba ). 
Cargada ya la batería y haciendo marcha atrás en el camino todo junto se le antojó una gran metáfora aunque estaba tan cansada mentalmente que no podía reflexionar. 

Su amiga, que había nacido y crecido en el campo le dijo:

Mira, ¿Ves esos brotes? son olivos recién nacidos. Crecen de los trozos de raíces que han quedado. No han podido con ellos.




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