jueves, 8 de marzo de 2018

Sobre el proceso terapéutico (Reflexiones de una paciente)






"Un grano de arroz, para que transforme su dureza en ternura, necesita que lo llevemos a ebullición durante un cierto tiempo"

Definición proceso:

1/Conjunto de fases sucesivas de un fenómeno o hecho complejo.

2/Procesamiento o conjunto de operaciones a que se somete una cosa para elaborarla o transformarla.

Reflexiono, desde mi vivencia personal, sobre la experiencia terapéutica y las limitaciones de algunas fuentes de ayuda y guía que coexisten en este momento de la historia.


Observo cierto paralelismo entre los adultos y algunas religiones (pseudo-religiones, terapias, comunidades espirituales…etc) en su tendencia a acelerar procesos.

A estas religiones, pseudo-religiones…etc, paso a denominarlas fuentes de ayuda-guía.

Muchos adultos insistimos, desde nuestra ignorancia voluntaria, en acelerar procesos de aprendizaje en los niños y algunas fuentes de ayuda-guía pretenden apresurarnos,  cada una a su manera y estilo, a que seamos felices, buenas personas, a perdonar…etc

Adultos y fuentes de ayuda-guía queremos, con la mejor de las intenciones, que en el mundo reine la bondad, y dicho deseo (que también proviene de la ignorancia sobre el ser humano)  favorece que a la más mínima muestra de “maldad” en un niño, nos armemos de una batería de frases hechas para imponerles que “sean” buenos (por su bien, claro).

Y lo más rápido posible.

No seas egoísta, Comparte tus juguetes, pide perdón y perdona ¡ya!, invita a fulanito (que te maltrata, hijo de mi amiga quizás) a casa …y un largo etcétera de comportamientos modélicos que se nos exigen en la infancia para que nuestros padres se queden tranquilos (también se llama narcisismo)  y no pasen vergüenza con los familiares, vecinos y amigos.

Todas estas actitudes por parte de los adultos respecto a la infancia tiene un nombre: Falta de respeto hacia la infancia y sus procesos de aprendizaje. Falta de respeto que proviene de la ignorancia de los procesos de aprendizaje de los niños y niñas en cuanto a las  habilidades sociales, gestión de las emociones e integración de los valores morales.

Aunque mucha gente no quiera creerlo, estas imposiciones crean traumas.

Traumas que desembocan en una falta de conexión con lo que uno es, siente, necesita.

Creceremos con dichos traumas, y es posible (ojalá), que en la edad adulta sintamos un cierto vacío existencial que nos lleve a las librerías, a las comunidades espirituales o a los divanes, en busca de ayuda.

Ese vacío.

Y entonces, inevitablemente, tendremos que revisitar la infancia.

Es casi seguro también que tengamos que reconocer que algunos acontecimientos y comportamientos de nuestros progenitores nos hicieron daño, tanto que han condicionado nuestra forma de desenvolvernos en esta vida.

Un estar en la vida  que no nos proporciona paz interior, sino todo lo contrario.

Y entonces es cuando las fuentes de ayuda-guía pueden volver a ejercer, desde mi punto de vista, esa misma falta de respeto, ese mismo maltrato que ya padecimos en la infancia:

Sal de tu depresión apuntándote a una ONG, perdona a tus padres ya, lo hicieron lo mejor que pudieron, ama incondicionalmente, purifícate y ama a ese compañero de trabajo que te maltrata…etc

Sé bueno, en definitiva.

Lo siento, pero yo veo cierto paralelismo entre lo que vivimos en la infancia y lo que vivimos con estas fuentes de ayuda-guía.

Por tanto, en la edad adulta, y cuando más necesitamos liberarnos de condicionantes, volvemos a encontrarnos con los mismos mensajes que, bajo mi punto de vista, nos siguen alejando de lo que somos, sentimos y necesitamos, de verdad.

Ahora bien, si buscas y encuentras (y si buscas, lo encuentras, valga la redundancia) un/a terapeuta o acompañante que conozca de procesos

1/Conjunto de fases sucesivas de un fenómeno o hecho complejo

2/ Procesamiento o conjunto de operaciones a que se somete una cosa para elaborarla o transformarla.

porque haya profundizado en el suyo propio, tienes muchas papeletas para alcanzar algún día cierta paz interior.

Cuando te sientas en un sillón porque ese vacío ya no te deja dormir ni comer, porque lo poco que te conectaba a la Vida ha desaparecido, y te dicen: El proceso puede durar unos años.

No te asustes, es que probablemente esta persona conoce sobre procesos.

Está en tu mano tener la voluntad, honestidad, capacidad autocrítica, paciencia, esfuerzo y valentía de permitir salir  a la luz todo bloqueo reprimido, y enfrentarlo.

La curación no será milagrosa ni rápida. Tu vida y los acontecimientos que se den en tu día a día te traerán las oportunidades para ir tomando conciencia, sintiendo y corrigiendo tendencias.

Cuando el proceso haya avanzado lo suficiente para que hayas vuelto a engancharte a la vida, todo lo que antes pretendían apresurarte a hacer (por tu bien), desde el desconocimiento de los procesos, se da por añadidura.

Cuando ya ves la orilla cerca y tocas pie, es irremediable que te invada la necesidad de ayudar a los demás a llegar a la orilla. Además, se dará de la manera que mejor se ajuste a quien eres.

Es inevitable también ese perdón, antes forzado, o más bien, yo diría la comprensión de unos padres que, gracias a que se ha respetado tu proceso, reconoces como falibles, humanos y a la deriva.

Ya sólo sientes alivio, porque lo peor pasó.

Pero, y para eso hoy escribo, hay un proceso que debe ser respetado.

Y ese proceso, si es con un/a buen/a terapeuta y, si de verdad quieres llegar a la orilla, te pedirá que eventualmente sientas y liberes emociones de odio, rabia, tristeza, desamparo, celos, envidia, culpa, miedo…

Durante un tiempo te tocará convivir con tu sombra, con todas esas emociones que, a raíz de las imposiciones de los adultos y nuestra necesidad vital de ser queridos y aceptados, negamos cuando éramos pequeños. Pensamos, inocentemente, que podríamos vivir sin sentir esas emociones nunca más.

Paciencia, es una fase del proceso. Incluso durante un tiempo quizás necesites no ver a tus padres (o verlos menos). No será para siempre. No temas. De hecho, no verlos significa en realidad protegerlos. En esa fase no se trata de culparles presencialmente, se trata de repartir responsabilidades y aligerar tu conciencia.

Repartir responsabilidades.

Y cuando hayas tenido la valentía de pasar por esa fase, llegará un regalo directo a tu corazón. Y digo directo a tu corazón porque ya no tendrás que agenciarte el libro de autoayuda de turno para seguir martilleando a tu mente con afirmaciones y decretos de que mereces ser feliz. Para luego verificar que sigues boicoteándote para serlo.

Ese regalo llega a tu corazón para quedarse.

Y ese regalo es sentir que no hay nada malo en ti.

Que nunca lo hubo, y que a partir de ese momento asumes con alegría el derecho y la responsabilidad de controlar y dirigir tus procesos.

Esto significa que ahora te toca a ti respetar los tiempos de tu evolución, ser paciente contigo mismo/a y poner límites a quienes quieran apresurarte.

Empiezas a intuir quien eres, reconoces con más facilidad lo que sientes, y eres capaz de pedir lo que necesitas.

Y lo más emocionante de esta fase: Aceptas incorporarte en el Gran Proceso por excelencia, el Proceso de evolución de la familia humana.








No hay comentarios:

Publicar un comentario