domingo, 9 de febrero de 2014

Detrás del sufrimiento, hay probablemente un pensamiento equivocado ( Sergi Torres)



Hacía dos días que un catarro la acechaba, pero como era  habitual en ella, optó por su versión "El cuerpo habla, yo hago oídos sordos". Como el malestar iba en aumento no le quedó mas remedio que dedicarle unos minutos. Se permitió tumbarse un rato en la cama y lo curioso es que el malestar aumentó. No el malestar físico pues ese estaba siendo atendido, sino el anímico. 
Recordó aquella frase que dijo Sergi Torres " Detrás del sufrimiento, hay probablemente un pensamiento equivocado" y partir de ella empezó a tirar del hilo. Comprobó lo acertado de la frase pues no descubrió solo un pensamiento equivocado, sino tres. 
El primero de ellos es que le había prometido a su hija llevarla a la sala de juegos y si atendía a su malestar haciendo reposo, sentía que le fallaría. El segundo provenía del anterior y afectaba a su pareja que tendría que hacerse cargo de la niña cambiando sus planes. El tercero era relativo a su aspecto y la creencia que su aspecto congestionado le daba un aire desaliñado, además de transmitir vulnerabilidad y esto último contradecía la auto-imagen que tenía de sí misma. Definitivamente estaba cayendo además en un estado bastante auto-compasivo y con una necesidad de afecto que no se atrevía a demostrar. 

Una vez detectadas las alarmas pudo transformarlas, una a una. No era difícil, una vez reconocidas, todas se difuminaban dejándole una media sonrisa en su rostro. Tenía derecho a estar enferma y no por ello iba a perder el amor de los suyos. Al fin y al cabo, la vida nos presenta continuamente oportunidades para aprender a aceptar y adaptarnos. Simplemente el ejercicio de enfrentarse a los pensamientos equivocados le permitió sopesar la opción antes no contemplada, de que dándole algo de reposo al cuerpo, era posible recargar las pilas y cumplir con lo prometido.

Mientras escribía esta vivencia en su ordenador, después de tomarse un caldo reconfortante, se acercó su hija a recordarle su promesa de llevarla a la sala de juegos. 

" Voy a tomarme un ibuprofeno y si me siento mejor, te llevaré "

Y así fue como a la enfermedad le presentó su versión " El cuerpo habla, yo lo escucho"


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