Me pregunto si las iglesias estarían más animadas si las
personas que no nos identificamos con ninguna religión concreta las
pudiéramos sentir nuestras sin tener que derribar ningún prejuicio. Eso
no depende de la Institución, depende de nosotros, está claro, pero es que me ha resultado tan
costoso sacar de mi mochila la culpa impuesta por los dogmas que, cuando
recién me descubro libre, necesito alejarme de todo lo que me recuerde a
aquellas frases que me caían encima como ladrillos: "es Dios que te ha
castigado,"...de lo contrario irás al infierno" , "calla niña, hoy no se
puede estar alegre que el Señor está muerto".
A pesar de esos recuerdos, sigue quedando en pie en mi corazón el mensaje que
no pudieron en su ignoracia contaminar y que me empuja a las Iglesias
cuando necesito espacios de silencio. Cuando necesito descansar y mirar
adentro.
Si no existieran, habría que inventarlas (sobretodo en las ciudades en las que escasean los espacios naturales que también ejercen tan generosamente de puente)
Esto no es una crítica a la Iglesia ni a los católicos, es
más bien un homenaje a todas las iglesias que me han acogido y que me
han servido de puente a la divinidad en la que yo creo.
Fotografía: Jesús Armesto
Fotografía: Jesús Armesto